
Tuvo un arranque de campeón. Como pasó muchas veces, Boca salió a devorarse a su rival. Y tuvo premio. A los 10 minutos, Darío Cvitanchi puso el 1 a 0 , tras un córner desde la derecha y varias carambolas. Pocos minutos después, el delantero, justo a su exequipo, anotó el 2 a 0. No hubo equivalencias en todo el partido. Con facilidad se podía reconocer que uno era el campeón y el otro penaba en la mitad de la cancha.
En la segunda parte, como ocurrió en todo el campeonato, Boca metió el partido en una heladera. Enfrió el partido y al rival. Y se aseguró el resultado. Llegaría el golazo de Rivero, pero estaba de más. Todo estaba terminado.
27 partidos invicto. 4 goles en contra. 22 a favor. 11 partidos ganados. Los números hablan solos. Este campeón encontró un equilibrio inusual. Desde la solidez de Orión, con su enorme solidez, a la increíble renovación de Schiavi en la defensa y el manejo de Somoza en el mediocampo. La magia de Riquelme y la respuesta de los delanteros. No hubo grandes figuras. Hubo un equipo.
Son todas virtudes las de este plantel de Falcioni.



Publicar un comentario